Escultora y grabadora vasca que comienza su formación artística en 1977, cuando estudia durante dos años dibujo y cerámica en Barcelona. En 1979 ingresa en la Chelsea School of Art, donde permanece tres años, etapa en la cual conoce a Juan Muñoz, el que sería su posterior marido.
Realiza su primera exposición colectiva en 1983, titulada La imagen del animal: arte prehistórico, arte contemporáneo, en la Caja de Ahorros y Monte Piedad, Casa del Monte, Palacio de Alhajas, Madrid, para el año siguiente poder verse en la Fundación “la Caixa” de Barcelona. En este último año, además, consigue su primera exposición individual en la Galería Municipal de Artes Visuais de Setúbal, Casa de Bocage, Portugal. Su primera exposición individual en España se realiza en 1985 en la Galería Juana de Aizpuru (Madrid). Desde entonces ha realizado numerosas exposiciones, en ciudades como Lisboa, Venecia, Burdeos, Viena, Düsseldorf, Málaga, Atenas, Gante, Takanawa, Sídney, Génova, Ámsterdam, Berna, Toronto, París, Faro, Eindhoven, Islas Lofoten, Múnich, Pittsburg, Seattle, Donostia-San Sebastián, Nueva York, Nimes, Chicago, Londres, Dublín, Colonia, Municipio de La Paz, Sevilla, Rio de Janeiro, Bruselas,
Galardonada con el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1999, el trabajo de Cristina está influenciado por su estancia en Londres en los años 80, donde encontró procesos de materialización de escultura mucho más abiertos. Además, fue en Reino Unido donde comenzó a conectar no solo con la «nueva escultura británica», sino también con la escuela de Düsseldorf. En ese período de descubrimiento se familiariza con el trabajo de Eva Hesse y Robert Smithson, entre otros artistas a los que considera importantes en ese período formativo, aunque su obra la encontramos totalmente aislada de cualquier corriente o tendencia.
A lo largo de su carrera, Iglesias ha definido un vocabulario escultórico único, creando ambientes inmersivos y experienciales que referencian y unen la arquitectura, la literatura e influencias culturales específicas del lugar. A través de un lenguaje de formas naturales y construidas en varios materiales redefine poéticamente el espacio al confundir interior y exterior, orgánico y artificial, combinando materiales industriales con elementos naturales para producir nuevos espacios sensoriales inesperados para el espectador.
Sus piezas, que siempre intentan crear un acceso a “otro lugar” imaginado, a un paisaje profundo, vienen acompañadas de serigrafías en gran formato sobre seda o cobre. Estas obras parecen estar impresas con fotografías de instalaciones reales, cuando en realidad representan modelos en miniatura de los trabajos escultóricos de la artista. Junto a las obras en tres dimensiones, estos trabajos crean una ilusión de profundidad espacial y desdibujan aún más la distinción entre el entorno natural y el espacio construido.
(Fuentes: Guggenheim Museum, Centro Botín, UNED)
