Aguafuertes. 1963

Si el esperpento de Valle-Inclán necesitara más ilustraciones que sus propias palabras, encontraría su mejor correlato en los cuadros de Gutiérrez Solana. Curas, beatas, tarados, putas con sus chulos, calaveras y máscaras tenebrosas y burlescas. Un carnaval macabro, una procesión desquiciada, fruto y reflejo de la España decadente de principios del siglo XX.
Quizá por eso, la obra de José Gutiérrez Solana (1886 -1945) está considerada como el reservo plástico del legado literario de la Generación del 98. Tanto es así, que el pintor fue también escritor, amigo y contertulio en el madrileño Café Levante de autores como Azorín, Pío Baroja o el propio Ramón María del Valle-Inclán.