La Celestina

Picasso era un gran lector de los clásicos del Siglo de Oro, y La tragicomedia de Calisto y Melibea, como se conoció en su tiempo La Celestina (1499) de Fernando de Rojas, era una de sus favoritas.

En mayo de 1968 Picasso tenía 86 años y conservaba toda la vitalidad creativa de sus mejores años. Mientras en Francia estalla una revolución social, Picasso emprende la producción diaria de grabados, hasta completar una extensa serie que constituye un diario artístico de esa etapa de su vida.

El resultado es el conjunto de grabados conocido como Suite 347, que incluye 66 imágenes inspiradas en La Celestina. La serie es una interpretación libre de la indiscutible protagonista del clásico. Para enfatizar el dramatismo de los trazos de tinta, Picasso empleó, entre otras técnicas, aguatinta al azúcar.

Las obras se distinguen por su carga erótica. Muestran escenas de alcoba y muchas de ellas incluyen la presencia oscura y frágil de la encargada de sellar el trato: una anciana encorvada y cubierta por su mantilla, la prenda con la que se suele representar a las celestinas, además de la toca o el pañuelo en la cabeza.

Hay que tener en cuenta que estas imágenes no se reducen a su impacto sensual: Picasso también ofrece una mirada irónica, que también muestra el carácter grotesco de los visitantes que demandan las atenciones de las jóvenes pupilas de la alcahueta. (Fuente: ArtikaBooks)